OTROS ESTILOS Y DENOMINACIONES DEL FLAMENCO

EL MUNDO DEL FLAMENCO


BAMBERA: Cante con copla de cuatro versos octosílabos ó, a veces, el primero y tercero heptasílabos y el cuarto pentasílabos. Procede del folklore andaluz y es un claro ejemplo de aflamencamiento de canciones.


FANDANGO DE ALMERIA: Cante propio de la provincia de Almeria, que, según ciertas teorías deriva de los fandangos malagueños. Tiene compás bailable y, en opiones de diferentes estudiosos, al ser interpretados en las zonas mineras adquirió fisonomía especial, originando la taranta.






GUAJIRA: Cante aflamencado procedente del folklore cubano, con copla de diez versos octosílabos ó décima.






Sus letras se refieren, fundamentalmente, a la Habana y sus habitantes, ó a temas de amor y nostalgia. El mayor impulso lo experimento en los últimos años veinte y los treinta de éste siglo. Iba acompañado, a veces por un baile llamado del mismo nombre que tuvo su origen en la primera mitad del presente siglo y que posee un ritmo muy conciso, por lo que, cuando se taconea, el acompañamiento de guitarra está desprovisto de falsetas y solo se hace con rasgueos.


MALAGUEÑA: Cante con copla de cuatro ó cinco versos octosílabos, con ritma cruzada asonante ó consonante, que generalmente se convierten en seis por repetición del primero ó el tercero. Se considera prototipo de los cantes de Levante, originado por antiguos fandangos de Málaga, y transformado en especie flamenca de total entidad en la primera mitad del siglo XIX, a través de sus más significativos interpretes. No es, hoy, cante para bailar. Su acompañamiento de guitarra se realiza tocandola siempre por arriba, y presenta una gran riqueza melódica. También se puede acompañar en tono de taranta y granaina. Existen diversas modalidades de Malagueña.


SEVILLANAS: Cante con copla similar a la clásica seguidilla castellana, es decir, la formada por cuatro ó siete versos. Como arquetipo de la canción folklorica aflamencada tiene la finalidad de acompañar el baile del mismo nombre. Se caracteriza por su gracia, su viveza, su ágil dinamismo y su flexibilidad. Su toque de guitarra se hace en cualquier tono. Como baile es de los de pareja y se ejecuta en series de cuatro actualmente, cada una coreográficamente distinta, con un breve intervalo entre una y otra. Sus movimientos más significativos son los paseos, las pasadas y su remate, pués sobre el último compás el cante, la música y el baile cesan juntos y repentinamente, debiendo los interpretes quedar en una actitud garbosa y provocativa, dada su calidad de baile de galanteo.




TARANTA: Cante con copla de cuatro ó cinco versos octosílabos, que al cantarla se repite el primero ó el segundo. Pertenece al grupo de los cantes de Levante, dentro de él, a las modalidades que comprenden los llamados cantes de las minas. Su origen lo atribuyen los estudiosos al engrandecimiento de algún fandango almeriense, que al trasladarse a zonas mineras adquirió fisonomía propia. Las letras son descriptivas y se inspiran en aspectos diversos de la existencia humana, igual que la generalidad de los cantes flamencos básicos; su interpretación es un tanto libre en la medida de sus tercios, pudiendo recrearse el cantaor en algunos de ellos, según sus cualidades e inciativa personal. Es cante largo, duro, sobrio y viril, que se acompaña a la guitarra por arriba, y, en general, no se baila por lo que es esencialmente un cante para escuchar. La taranta que desde su aparicion en tierras de Almeria siguió un periplo de aclimatación en Linares y otrás localidades mineras de Jaén y la provincia de Murcia, principalmente La Unión, constituye la base de todo el cante de las minas, por lo que no es posible establecer su evolución sin acudir a las modalidades de los estilos mineros.


VERDIALES: Cante con copla en cinco versos octosílabos. Se le considera el prototipo del fandango campesino. Sus letras son sencillas y alegres y, musicalmente, presentan un ritmo trepidante y monótono. El acompañamiento se hace con guitarras, violines, panderetas y castañuelas.


ZAPATEADO: Baile español conocido a principios del Siglo XIX, gracioso y vivo, de pasitos ligeros que amenudo alternan con taconeo. Consiste en una conbinación ritmica de sonidos que se efectuan con la punta, el tacón y la punta del pie. Actualmente el zapateado flamenco se intercala en la mayoria de los estilos, tanto por hombres como por mujeres, a veces quedando la guitarra en silencio, para resurgir junto a los demás elementos de acompañamiento en el momento de su mayor intensidad ó remate.



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